Los faros son elementos esenciales del litoral, diseñados para orientar la navegación y prevenir accidentes en zonas costeras. En España, muchos de ellos destacan por su valor arquitectónico, su ubicación privilegiada y el entorno natural que los rodea. Con motivo del Día Mundial de los Faros, recorremos 5 de los más emblemáticos que pueden encontrarse en nuestro territorio.
Faro de Finisterre, ¿el último de los faros?
El Faro de Finisterre (Galicia), conocido como “Finis Terrae” o “el fin de la tierra”, es uno de los faros más emblemáticos de Europa. Durante siglos se creyó que marcaba el punto más occidental del viejo continente, el mítico lugar donde el sol se apagaba cada noche. Sin embargo, esta creencia es más simbólica que geográfica: en realidad, ni es el punto más occidental de España (honor que corresponde al Cabo Touriñán, también en Galicia), ni de Europa, título que ostenta el Cabo da Roca, en Portugal.
Pese a ello, su carga mítica sigue intacta. Ubicado en plena Costa da Morte, una zona conocida por su belleza y sus numerosos naufragios, el faro fue construido en 1853 y se alza 138 metros sobre el nivel del mar. Su torre octogonal de 17 metros y el semáforo naval forman un conjunto arquitectónico digno de visitar.
Cabo de Gata: el faro que guarda el Mediterráneo
Situado en el corazón del Parque Natural de Cabo de Gata (Almería), este faro fue construido en 1863 sobre el patio central del Castillo de San Francisco de Paula. Destaca por su ubicación en el “promontorio de las Ágatas”, nombre que proviene de las piedras semipreciosas de la zona. Esta ubicación tiene un gran valor histórico: fue un importante lugar de tránsito para fenicios, griegos y árabes.
El faro se alza 138 metros sobre el nivel del mar, y su torre de base octogonal domina uno de los paisajes más impresionantes del Mediterráneo. Además, una de las mayores curiosidades de este enclave es el pecio del vapor Arna, un barco de vapor de 100 metros de eslora que naufragó en 1929 y fue arrastrado por las corrientes marinas cerca de la costa. Hoy, sus restos reposan en el fondo marino y son uno de los puntos más apreciados por los aficionados al buceo recreativo.
El Faro de Cabo de Palos, un faro con leyenda
El Faro de Cabo de Palos, en Murcia, fue inaugurado en 1865, tras construirse sobre los restos de una antigua torre vigía del siglo XVI, cuyos sillares fueron reutilizados para la nueva edificación. Se alza sobre un acantilado rocoso de 30 metros de altura y cuenta con una torre de 43.
Su emplazamiento no fue elegido al azar: la costa de Cabo de Palos, rodeada de arrecifes y fondos rocosos, ha sido escenario de numerosos naufragios y durante siglos representó una amenaza constante para la navegación. La necesidad de una señal clara y potente llevó a erigir esta torre de 51 metros, visible a 23 millas náuticas.
Formentor, un balcón al mar desde la cima de Mallorca
En el extremo norte de Mallorca, en el corazón de la Sierra de Tramuntana, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, se alza el Faro de Formentor, construido a 188 metros sobre el nivel del mar. Desde 1863, este faro guía a los navegantes entre acantilados escarpados y aguas turquesas, siendo uno de los más fotogénicos del Mediterráneo. Su torre de 22 metros de altura permite que la luz alcance hasta 44 kilómetros.
La ubicación del faro ofrece una de las rutas más espectaculares de la isla, que va serpenteando entre montañas, miradores y calas escondidas. En verano, el tráfico de vehículos se restringe y solo puede accederse mediante transporte público desde la playa de Formentor.
Ajo, un faro que se convierte en arte sobre acantilados
El Faro de Ajo se alza sobre un acantilado de 63 metros en la costa cántabra. Su construcción fue impulsada por el Ayuntamiento de Bareyo tras varios naufragios consecutivos en los arrecifes cercanos. Desde entonces, su luz protege esta zona abrupta del litoral.
Más allá de su función marítima, el faro ha adquirido notoriedad en los últimos años por su inesperada transformación artística: en 2020, el artista urbano Okuda lo intervino con sus característicos colores geométricos, convirtiendo al faro en un punto de referencia cultural.