Las pantallas se han ido integrando en nuestra vida cotidiana hasta volverse imprescindibles en la mayoría de los ámbitos: para trabajar, entretenerse, hacer compras o incluso informarse. Sin embargo, el uso prolongado y sin control de estos dispositivos puede tener consecuencias negativas para la salud, especialmente en niños y adolescentes.
Impacto del uso prolongado de pantallas
Gran parte del tiempo que pasamosdespiertos lo hacemos con la mirada fija en las pantallas de ordenadores y teléfonos móviles. Su uso excesivo puede generar 3 síntomas en diferentes aspectos de nuestra salud:
- Fatiga visual: se manifiesta a través de visión borrosa, dolores de cabeza y sequedad ocular. Además, en niños y adolescentes con miopía, su uso continuado puede empeorar la visión.
- Alteraciones del sueño: la exposición a pantallas, sobre todo antes de dormir, interfiere en la producción de melatonina. Esto se debe a la luz azul que emiten estos dispositivos, que actúa sobre las células fotosensibles y envía señales al cerebro para inhibir la producción de esta hormona. De esta forma, se alteran los ritmos circadianos y se dificulta la conciliación del sueño.
- Salud mental y cognitiva: el uso excesivo de pantallas está vinculado a un aumento de la ansiedad, síntomas depresivos y menor bienestar emocional. Esto sucede, en gran parte, al tiempo que se pasa en redes sociales y su consecuente comparación social y aislamiento social. En los niños, además, se observa disminución de la atención y alteraciones en el desarrollo y aprendizaje.
En paralelo, las malas posturas al usar estos dispositivos pueden provocar dolor de espalda y en las articulaciones, especialmente en el cuello, los hombros y la zona lumbar. Este problema, si no se corrige, puede derivar en lesiones crónicas.
Recomendaciones para un uso responsable de las pantallas
Según un estudio de la Asociación Española de Pediatría (AEP), un 31,6 % de los adolescentes pasa más de 5 horas diarias conectado a internet entre semana, cifra que asciende al 49,6 % durante el fin de semana.
El problema está en que, a veces, niños y adolescentes acceden a contenidos inadecuados sin que los adultos se den cuenta, lo que puede llevar a conductas de riesgo como la imitación de retos peligrosos o el contacto con desconocidos.
Tanto para adultos como para niños, es fundamental ir introduciendo hábitos que reduzcan los riesgos y favorezcan una relación saludable con las pantallas. Estas son algunas recomendaciones al respecto:
- Limitar el tiempo de uso: establecer límites diarios y evitar el uso prolongado, especialmente en menores.
- Aplicar la regla 20-20-20: esto es, cada 20 minutos, mirar un objeto a 6 metros (que equivale a 20 pies) durante al menos 20 segundos. Este ejercicio permite relajar la vista y evitar la visión borrosa al pasar largos tiempos con la mirada fija en pantallas.
- Cuidar la postura: se recomienda mantener la pantalla a la altura de los ojos, usar una silla ergonómica y apoyar bien los pies en el suelo. Además, los estiramientos pueden ayudar a prevenir tensiones musculares.
- Evitar el uso antes de dormir: esto implica desconectar las pantallas al menos una hora antes de acostarse.
Por último, es importante asegurarse de que los menores lleven a cabo actividades sociales fuera del entorno digital y establecer normas claras sobre el tiempo que se les dedica a las pantallas en casa.