En esta edición de La Mirada ASISA, Fernando Rodríguez Lafuente, filólogo, profesor universitario y figura destacada en el ámbito cultural español, ofrece una reflexión amplia sobre el presente de la cultura y los desafíos que plantea el contexto actual. A través de su experiencia como académico, director de instituciones culturales y observador de los cambios sociales, analiza cómo las transformaciones tecnológicas, educativas y comunicativas están modificando nuestra manera de entender y consumir cultura.
La cultura como herramienta de comprensión
Desde el comienzo de la conversación, Rodríguez Lafuente define el escenario cultural actual como “un lío extraordinario”. Esta afirmación parte de la idea de que vivimos un periodo de transición comparable a otros momentos históricos de fuerte cambio. Recuerda, por ejemplo, la irrupción del cine a finales del siglo XIX y cómo su aparición transformó los hábitos, las referencias visuales y la vida cotidiana. Para él, los cambios de siglo tienden a generar alteraciones profundas, y en nuestro caso, además, hemos vivido un cambio de milenio, lo que incrementa esa sensación de inestabilidad.
Uno de los temas centrales es la singularidad humana. Afirma que “no hay dos personas iguales” y que cada biografía aporta una perspectiva única. Esta idea sirve de base para su defensa de la cultura como herramienta para comprender el mundo y para entender a los demás. Desde esta óptica, insiste en que la curiosidad y la actitud crítica son dos cualidades esenciales para cualquier persona que quiera desarrollarse culturalmente o profesionalmente. “Sin curiosidad y sin actitud crítica, es difícil avanzar”, sostiene.
La cultura: autoritas y la relación entre ciencia y humanidades
Rodríguez Lafuente dedica también parte de la conversación a la autoritas, un concepto que distingue de la autoridad formal. Explica que la autoritas se basa en el reconocimiento espontáneo del conocimiento y la experiencia, no en la imposición. Observa que este valor se encuentra en declive y que en la sociedad actual “cuesta aceptar que alguien sepa más que nosotros”. Este fenómeno, a su juicio, debilita la transmisión del conocimiento y dificulta la formación de criterios sólidos.
Otro aspecto relevante es la relación entre ciencia y humanidades, un debate especialmente presente en el ámbito sanitario. Rodríguez Lafuente rechaza la separación rígida entre disciplinas y propone la creación de puentes. Considera que la cultura forma parte de la práctica profesional y que un médico, por ejemplo, se enriquece al incorporar referencias literarias, filosóficas o artísticas que amplían su visión del paciente y de su contexto. Recuerda que, ante dos profesionales con la misma competencia técnica, elegiría “al que haya leído a Chéjov”, en referencia a la sensibilidad que aporta la literatura en la comprensión de la condición humana.
También reflexiona sobre el español como lengua de conocimiento. Subraya su peso demográfico y cultural y defiende su capacidad para expresar ideas científicas complejas. Al mismo tiempo, plantea que es necesario que las instituciones y la sociedad tomen conciencia de su valor y lo impulsen en el ámbito académico internacional.
El papel de la fundaciones en la cultura
Por último, destaca el papel de las fundaciones como espacios de dinamización cultural, investigación y apoyo social. Considera que las sociedades avanzan cuando “van por delante de sus dirigentes”, y que las fundaciones contribuyen a esa función impulsora, especialmente en periodos de incertidumbre.
La conversación concluye con una mirada optimista, pese a la confusión del momento actual. Rodríguez Lafuente confía en la capacidad de adaptación de la cultura y en la fuerza de la curiosidad, el pensamiento crítico y el diálogo como herramientas para una sociedad más informada y consciente.