En los primeros meses de vida, la alimentación del bebé se centra en la leche materna o fórmulas adaptadas. A partir de los 6 meses comienza la etapa de la alimentación complementaria. En este contexto, se ha popularizado en los últimos años el método Baby-Led Weaning (BLW). Este enfoque fomenta que el niño participe de forma más activa en su alimentación.
El BLW es un método que permite que los bebés exploren la comida de forma autónoma, sin necesidad de papillas ni cucharas dirigidas por adultos. Esto fomenta el desarrollo de habilidades motoras, la autonomía y el respeto por las señales de hambre y saciedad del niño.
¿En qué consiste el método BLW y cuándo se puede comenzar?
El BLW se basa en ofrecer al bebé alimentos sólidos en formas y texturas seguras para que los pueda manipular y llevárselos a la boca. De esta manera, el niño decide qué comer, cuánto y a qué ritmo, respetando su propio desarrollo. Para comenzar con este método, es esencial que el bebé haya alcanzado los siguientes hitos del desarrollo:
- Puede sentarse sin apoyo o con mínima ayuda.
- Ha perdido el reflejo de extrusión de expulsar automáticamente objetos con la lengua.
- Muestra interés por la comida y es capaz de agarrarla con las manos.
Generalmente, estos indicadores aparecen alrededor de los 6 meses de vida, aunque puede variar ligeramente. También se recomienda en niños nacidos a término, sanos y con un desarrollo psicomotor adecuado.
Ventajas, precauciones y alimentos adecuados
El BLW promueve una alimentación más consciente y respetuosa con el ritmo del bebé. Permite que el niño escuche su cuerpo, reconozca sus señales de hambre y saciedad y desarrolle una relación saludable con la comida desde los primeros meses.
Este método tiene 3 claros beneficios: promueven la autonomía del bebé, su integración en las comidas familiares e influye positivamente en las preferencias alimentarias futuras. Entre las opciones con las que empezar el BLW destacan:
- Verduras: como el calabacín, la zanahoria y el brécol cocidos. Deben presentarse cortados en forma de palitos.
- Frutas: deben estar blandas y maduras, como el plátano, la pera o el melón. Es recomendable retirar la piel y las partes duras, y cortarlas en tiras gruesas o trozos grandes que el bebé pueda sujetar con el puño y chupar o morder sin riesgo.
- Cereales y tubérculos: se pueden introducir alimentos como el pan o el arroz, siempre bien cocidos y de textura blanda, presentados en trozos grandes o compactos que no se desmenucen fácilmente.
- Proteínas: las tortitas de legumbres o las tiras de carne deben estar muy bien cocinadas, sin condimentos fuertes, y ofrecidas en tiras o porciones fáciles de manipular, con una textura tierna que se deshaga con facilidad en la boca.
En cualquier caso, es fundamental evitar los alimentos duros o con alto riesgo de atragantamiento. Asimismo, durante las comidas, el bebé debe estar siempre bajo supervisión directa y en posición vertical, para garantizar su seguridad.