Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH): causas y síntomas

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Nerviosismo exacerbado, incapacidad para mantenernos quietos o falta de concentración son solo algunos de los síntomas que nos advierte de que podemos padecer un Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. Identificar el problema y concienciarnos puede ser de gran ayuda para mitigar sus síntomas.

¿Qué es TDAH?

El TDAH es un trastorno crónico neurobiológico que normalmente se diagnostica durante la infancia, antes de los 12 años. Las personas con esta enfermedad actúan sin pensar, son hiperactivos, tienen dificultades para concentrarse y les cuesta terminar las tareas.

Se podría pensar que estos comportamientos son muy habituales en los niños, la diferencia es que en el TDAH estos síntomas están presentes durante largos periodos, diferentes ambientes y que afectan a la vida social, personal, profesional y académica.

Convivir con este problema durante la madurez es más sencillo pues los síntomas se rebajan con terapias y tratamientos médicos.

TDAH ¿Cuál es su causa?

Generalmente su origen es genético, aunque también puede deberse a causas ambientales como una exposición prenatal a toxinas como el alcohol, el tabaco u otras drogas. Además, los nacimientos prematuros incrementan la probabilidad de que durante la infancia desarrollemos un Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad.

Sufrir una lesiones craneoencefálicas o en el sistema nervioso central durante la infancia también es un detonante para su desarrollo. Así mismo, recibir una baja estimulación cognitiva o neuronal en los primeros años de vida aumenta el riesgo.

¿Cuáles son los síntomas del TDAH?

El TDAH tiene como particularidad la falta de atención, hiperactividad e impulsividad. A pesar de que estos síntomas están presentes en la mayoría de los pacientes, éstos se presentan con una intensidad diferente en cada uno de nosotros.

Durante la infancia su diagnóstico es más complejo, pues en muchas ocasiones los síntomas se confunden con las características propias de la edad. De manera general solemos ser inquietos y tenemos problemas para centrarnos en una sola actividad.

  • Falta de atención: este síntoma es el más complicado de identificar ya que puede confundirse con un problema de concentración. Se puede manifestar a través de la dificultad para seguir normas, escuchar o para prestar atención a los detalles. Por ejemplo:
    • No prestar atención a los detalles o incurrir en errores por descuido en las tareas escolares, trabajo u otras actividades.
    • Dificultades para mantener la atención en tareas o actividades lúdicas.
    • Parece que no escuchar cuando se le habla.
    • No seguir instrucciones y no finalizar tareas escolares, encargos u obligaciones (y no se debe a un comportamiento negativo o a la incapacidad de comprender las instrucciones).
    • Tener dificultades para organizar tareas y actividades.
    • Evitar desempeñar tareas que requieren un esfuerzo mental mantenido.
    • Extraviar los objetos necesarios para tareas o actividades.
    • Distraerse fácilmente por estímulos externos irrelevantes.
    • Ser olvidadizo en las actividades o rutinas diarias.
  • Hiperactividad: se manifiesta de diferente forma según la etapa de nuestra vida, pudiendo apaciguarse en la madurez. Los comportamientos más habituales son: la incapacidad para estar quietos, verborrea, nerviosismo y falta de constancia. Por ejemplo:
    • Mover en exceso manos (ejemplo: movimientos de aleteo) o pies, o se remueve en su asiento.
    • Correr sin rumbo o salta excesivamente, en situaciones en que es inapropiado hacerlo.
    • Tener dificultades para guardar el turno.
  • Impulsividad:  este síntoma alude a la incapacidad para reflexionar y tomar una decisión consensuada antes de actuar. Se identifica como un exceso de espontaneidad que nos lleva a tomar decisiones apresuradas. Por ejemplo:
    • Hablar en exceso.
    • Responder precipitadamente, antes de escuchar completas las preguntas.
    • Interrumpir en las actividades de otros.

Si se detectan al menos seis características durante al menos seis meses, es recomendable consultar con un especialista. El médico realizará un examen físico, tendrá en cuenta los antecedentes médicos, también evaluará la vista, el oído para descartar otros problemas y, finalmente, analizará el comportamiento y desarrollo del paciente en diferentes contextos.

Consejos para vivir con TDAH

La principal recomendación es que hablemos con naturalidad del TDAH, así las personas de nuestro alrededor podrán ayudarnos a controlar nuestros impulsos. Es aconsejable que antes de actuar reflexionemos durante unos segundos para no cometer errores, así como practicar la escucha activa.

  • Rutinas: organizar nuestras tareas en un horario ayuda a saber lo que hay que hacer a lo largo del día y cuándo es el momento adecuado para realizar cada una de ellas. Crear métodos personalizados que simplifiquen nuestra vida.
  • Organización: tener un lugar para cada cosa o preparar materiales, ropa, comida, etc, de manera organizada puede evitar olvidos.
  • Evitar las distracciones: podemos ayudarnos de sencillos ejercicios o consejos para ejercitar nuestra memoria ejercitar nuestra memoria. No tener muchos elementos disruptivos en los entornos de trabajo o de estudio, nos ayudará a finalizar nuestras tareas.
  • Fijar metas y reforzar positivamente: cuando se consigan los objetivos marcados en esos horarios de tareas, hay que remarcar estos hechos y reforzar para que se continúe con estos comportamientos positivos. De esta manera también se fijan los puntos fuertes de la persona.

Recuerda:

  • El TDAH es un trastorno crónico que se presenta durante la infancia.
  • Los principales síntomas son: el déficit de atención, hiperactividad e impulsividad.
  • Organizarnos y llevar una rutina puede ayudarnos a mitigar las consecuencias que genera el TDAH.