El síndrome metabólico es el nombre que recibe el conjunto de factores de riesgo que aumentan significativamente la probabilidad de desarrollar varias patologías. Entre ellas destacan las enfermedades cardiovasculares, la diabetes tipo 2 o la obesidad, entre otras.
Según datos recogidos por estudios internacionales, se estima que alrededor del 25% de la población adulta podría cumplir los criterios para este síndrome. Esto lo convierte en un importante problema de salud pública, ya que cada uno de sus componentes incrementa el riesgo de desarrollar cronicidades a largo plazo.
5 componentes del síndrome metabólico
Los 5 factores que componen el síndrome metabólico no son enfermedades como tal, pero su coexistencia marca un terreno fértil para el desarrollo de patologías más graves. En este contexto, los criterios clínicos más aceptados para su diagnóstico son:
- Obesidad abdominal: medida a través del perímetro de la cintura (igual o superior a 88 cm en mujeres y 102 cm en hombres).
- Triglicéridos elevados: 150 o más mg/dL.
- Colesterol HDL bajo: menos de 50 mg/dL en mujeres o de 40 mg/dL en hombres.
- Presión arterial alta: cuando es igual o superior a 130/85 mmHg.
- Glucosa en ayunas elevada: esto es, 100 mg/dL o más.
Esta combinación de factores suele asociarse, además, con la resistencia a la insulina, un trastorno en el que el cuerpo no responde eficazmente a esta hormona, provocando la acumulación de glucosa en sangre. Aunque cada uno de estos factores puede pasar desapercibido si se presenta de forma aislada, su combinación genera una sinergia peligrosa.
Un riesgo real para el corazón, el cerebro y el páncreas
El síndrome metabólico no solo es una etiqueta diagnóstica. Es un aviso temprano de riesgo cardiovascular y metabólico. Se ha comprobado que las personas con este síndrome enfrentan una mayor prevalencia en varias patologías:
- 2 a 3 veces más riesgo de sufrir infarto de miocardio o accidente cerebrovascular.
- Mayor probabilidad de desarrollar diabetes tipo 2.
- Mayor incidencia de mortalidad por causas cardiovasculares.
Un reciente estudio demostró que los cambios sostenidos en el estilo de vida lograron reducir hasta un 58% el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 en personas con factores del síndrome metabólico. Se trata de un dato que refuerza la importancia de actuar precozmente, antes de que las consecuencias se materialicen.
La buena noticia es que el síndrome metabólico es prevenible y tratable. La clave está en adoptar un estilo de vida saludable. Esto es, realizar actividad física regularmente, reducir el estrés, mantener un peso adecuado y abandonar hábitos nocivos como el tabaquismo.