Prevención de infecciones vaginales en el embarazo: consejos de higiene íntima

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Durante el embarazo, el cuerpo atraviesa múltiples cambios hormonales y físicos que pueden alterar el equilibrio natural de la flora vaginal, haciéndola más vulnerable a infecciones como la candidiasis, la vaginosis bacteriana o las infecciones urinarias. Aunque muchas de estas infecciones son comunes y tratables, prevenirlas es clave para proteger el bienestar de la madre y el desarrollo saludable del bebé. Estos son algunos consejos para cuidar la higiene íntima en el embarazo.

¿Por qué es importante la higiene íntima en el embarazo?

La vagina tiene su propio ecosistema de bacterias saludables (flora vaginal) que la protege de microorganismos dañinos. Durante el embarazo, este equilibrio puede alterarse más fácilmente, lo que aumenta el riesgo de infecciones que, si no se detectan o tratan a tiempo, pueden tener consecuencias como parto prematuro o rotura precoz de membranas.

Mantener una correcta higiene íntima en el embarazo es una medida sencilla y eficaz para preservar el equilibrio vaginal sin alterar su protección natural.

Además, ciertas infecciones relacionadas con un desequilibrio de la flora vaginal o con patógenos específicos pueden tener implicaciones importantes en el embarazo si no se detectan y tratan a tiempo.                    

Predisposición a las infecciones vaginales durante el embarazo

Cambios inmunológicos en el embarazo e impacto en las infecciones vaginales

Durante el embarazo, el sistema inmunológico de la mujer atraviesa una serie de ajustes complejos destinados a proteger al bebé, que genéticamente es diferente a la madre. Esta adaptación inmunitaria es necesaria para permitir la gestación, pero también puede modificar la respuesta del organismo frente a infecciones.

Un sistema inmunológico más tolerante

En lugar de debilitarse, el sistema inmunológico de la embarazada se reorganiza para evitar rechazar al embrión como si fuera un cuerpo extraño. Esto implica una mayor tolerancia inmunológica, con cambios en los tipos de células inmunes activas y una reducción de ciertas respuestas defensivas.

Aunque esta adaptación es vital para el embarazo, puede hacer que el organismo sea más susceptible a ciertos patógenos, especialmente virus, bacterias y hongos.

Mayor vulnerabilidad a infecciones

Como resultado, durante el embarazo hay más riesgo de sufrir infecciones comunes como las infecciones urinarias, respiratorias y vaginales. Además, el cuerpo puede tardar más en combatirlas o puede presentar síntomas más leves, lo que a veces retrasa el diagnóstico. Por eso es importante la higiene íntima en el embarazo.

¿Cómo afecta esto a la salud vaginal?

A nivel vaginal, estos cambios inmunológicos se suman a los cambios hormonales y del pH, creando un entorno más propenso al desequilibrio de la flora vaginal. Cuando los mecanismos de defensa naturales se ven alterados, microorganismos oportunistas como Candida albicans (hongos) o Gardnerella vaginalis (bacterias) pueden crecer en exceso y provocar infecciones.

Esto explica por qué infecciones como la candidiasis vaginal y la vaginosis bacteriana son más frecuentes durante el embarazo, y por qué es fundamental mantener hábitos de higiene íntima en el embarazo adecuados, acudir a los controles médicos y consultar ante cualquier síntoma anormal.

Cambios en la flora vaginal y el pH durante el embarazo

Durante el embarazo, el cuerpo experimenta numerosas transformaciones hormonales que también afectan al entorno vaginal. Uno de los principales cambios se produce en la flora vaginal, que es el conjunto de microorganismos que habitan de forma natural en la vagina y que ayudan a mantenerla sana y protegida frente a infecciones.

Aumento de los lactobacilos

La hormona estrógeno, que aumenta progresivamente durante el embarazo, estimula la producción de glucógeno en las células vaginales. Este glucógeno es aprovechado por las bacterias beneficiosas, en especial los lactobacilos, que lo metabolizan produciendo ácido láctico. Esto favorece un entorno vaginal más ácido, que inhibe el crecimiento de microorganismos patógenos.

Disminución del pH vaginal

Como consecuencia del aumento del ácido láctico, el pH vaginal desciende (se vuelve más ácido), situándose normalmente entre 3.5 y 4.5. Este ambiente ácido actúa como una barrera natural contra bacterias y hongos, pero también hace que cualquier alteración (como exceso de humedad, uso de productos inadecuados o una higiene agresiva) pueda desequilibrar el sistema con más facilidad.

¿Por qué esto puede predisponer a infecciones?

Aunque en principio este entorno es protector, algunos factores propios del embarazo (como la mayor humedad vaginal, el aumento de la temperatura local o el sistema inmunológico adaptado) pueden alterar este equilibrio y favorecer el sobrecrecimiento de microorganismos oportunistas, como el hongo Candida albicans o ciertas bacterias implicadas en la vaginosis.

Por eso, mantener hábitos de higiene en el embarazo adecuados y respetuosos con el pH vaginal es fundamental para conservar la salud íntima durante esta etapa.

Síntomas de las infecciones vaginales durante el embarazo

Identificar los signos de una posible infección vaginal es fundamental durante el embarazo, ya que un diagnóstico y tratamiento precoz pueden prevenir complicaciones tanto para la madre como para el bebé. Aunque algunas infecciones pueden cursar sin síntomas evidentes, existen ciertas señales de alarma que no deben pasarse por alto. Principales síntomas a tener en cuenta:

  • Flujo vaginal anormal: cambios en la cantidad, color, textura u olor del flujo. Puede volverse más espeso, grumoso (similar al requesón), amarillento, verdoso o tener mal olor (como a pescado en la vaginosis bacteriana).
  • Picor o escozor vaginal o vulvar: es uno de los síntomas más frecuentes, especialmente en las infecciones por hongos.
  • Enrojecimiento, hinchazón o sensibilidad en la zona íntima: la vulva puede verse inflamada o más sensible al tacto.
  • Molestias al orinar (escozor o ardor): aunque también pueden estar asociadas a infecciones urinarias, pueden acompañar algunas infecciones vaginales.
  • Sensación de irritación persistente o quemazón: durante el embarazo, los cambios inmunológicos pueden hacer que el cuerpo responda de forma más atenuada a las infecciones, lo que reduce la intensidad de los síntomas. Además, el aumento natural del flujo vaginal fisiológico puede enmascarar alteraciones leves, dificultando su detección precoz. Por eso, es clave estar atenta a cambios sutiles y consultar ante cualquier duda.

¿Qué hacer si aparecen estos síntomas?

Ante cualquiera de estos signos, no es recomendable automedicarse ni usar productos sin indicación médica. Algunas infecciones requieren tratamientos específicos, y ciertos medicamentos no son seguros durante el embarazo. Por eso, es esencial consultar con la matrona o ginecólogo/a, quienes podrán realizar una exploración y, si es necesario, tomar una muestra del flujo para identificar la causa de forma precisa.

¿Pueden las infecciones vaginales afectar al embarazo?

En la mayoría de los casos, las infecciones vaginales que aparecen durante el embarazo no tienen consecuencias graves y pueden tratarse de forma eficaz sin riesgo para el bebé. Es común que se presenten infecciones leves como la candidiasis vaginal, especialmente en el segundo y tercer trimestre, y estas no suelen comprometer la gestación si se tratan adecuadamente. Sin embargo, hay algunas infecciones que, si no se diagnostican ni se tratan a tiempo, pueden aumentar el riesgo de complicaciones obstétricas, como:

  • Rotura prematura de membranas (RPM): la RPM ocurre cuando las membranas que envuelven al feto se rompen antes del inicio del trabajo de parto. Algunas infecciones vaginales pueden debilitar las membranas que rodean al bebé, facilitando su rotura prematura, ya que se producen por la presencia de bacterias que producen enzimas proteolíticas, capaces de debilitar las membranas amnióticas.
  • Microorganismos implicados: Gardnerella vaginalis, Mycoplasma hominis, Ureaplasma urealyticum, y Trichomonas vaginalis se han relacionado con mayor riesgo de RPM al inducir inflamación e infección subclínica.
  • Parto prematuro: la inflamación causada por infecciones como la vaginosis bacteriana o la tricomoniasis se ha asociado a mayor riesgo de contracciones y nacimiento antes de la semana 37. El parto prematuro puede estar asociado a una respuesta inflamatoria sistémica generada por infecciones ascendentes del tracto genital inferior que activan la producción de prostaglandinas y otras citoquinas proinflamatorias.
  • Infecciones asociadas
    • Vaginosis bacteriana (VB): desequilibrio de la flora con predominio de bacterias anaerobias como Gardnerella, Mobiluncus, Prevotella y Bacteroides.
    • Tricomoniasis vaginal: causada por Trichomonas vaginalis, asociada a aumento de riesgo de parto prematuro y bajo peso al nacer.
    • Corioamnionitis: la corioamnionitis es una infección de las membranas amnióticas y del líquido amniótico, que puede producir fiebre materna, taquicardia fetal y riesgo de sepsis neonatal. Este cuadro es una infección grave de las membranas que rodean al feto, generalmente asociada a infecciones ascendentes desde la vagina. Puede poner en riesgo la salud de la madre y del bebé y requiere atención médica urgente.
    • Infección neonatal: en casos poco frecuentes, ciertas infecciones no tratadas pueden transmitirse al bebé durante el parto y causarle problemas como conjuntivitis, neumonía o sepsis.

Claves para una buena higiene íntima en el embarazo

Es importante destacar que estas complicaciones son poco frecuentes y que, gracias a los controles prenatales y al tratamiento oportuno y la buena higiene íntima en el embarazo, la gran mayoría de embarazos con infecciones vaginales evolucionan sin problemas. Es importante recordar que la mayoría de embarazos cursan sin complicaciones infecciosas graves y que la atención prenatal permite identificar y tratar precozmente los casos con mayor riesgo.

Las revisiones ginecológicas, el estudio del flujo vaginal en caso de síntomas, y las estrategias preventivas de higiene íntima son esenciales para una gestación segura. Por ello, ante cualquier síntoma anormal, se recomienda consultar siempre con el profesional sanitario y evitar la automedicación.

Consejos prácticos para una higiene íntima segura

  • Lava la zona íntima una vez al día con agua y un limpiador suave: no es necesario lavar la zona con frecuencia ni usar productos agresivos. Un exceso de limpieza puede eliminar las bacterias beneficiosas.
  • Elige productos específicos para la higiene íntima: utiliza jabones o geles con pH ácido (entre 3.8 y 5.5), sin perfumes ni colorantes. Evita el uso de jabones corporales, que pueden alterar el pH vaginal.
  • No realices duchas vaginales internas: la vagina se limpia sola de forma natural. Las duchas vaginales pueden alterar su flora y favorecer infecciones.
  • Sécate bien la zona íntima después del lavado: la humedad favorece la proliferación de hongos. Usa una toalla suave y exclusiva para esta zona, secando sin frotar.
  • Usa ropa interior de algodón y evita tejidos sintéticos: el algodón permite la transpiración y evita la humedad. Cambia la ropa interior si está húmeda o tras sudar.
  • Evita prendas ajustadas durante largos periodos: pantalones muy ceñidos o ropa interior sintética pueden aumentar la temperatura y humedad local, creando un ambiente propicio para las infecciones.
  • Limpia la zona de adelante hacia atrás después de ir al baño: esto previene que bacterias del recto lleguen a la vagina o a la uretra.
  • Cambia con frecuencia los salvaslips si los usas: si bien pueden ser útiles durante el embarazo, deben cambiarse varias veces al día para evitar la humedad prolongada.
  • Consulta ante cualquier síntoma anormal: flujo con mal olor, picor, escozor, enrojecimiento o dolor no deben ignorarse. Consulta siempre a tu matrona o ginecóloga.

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Recuerda

Nunca debe automedicarse una mujer embarazada. Incluso los productos de venta libre como óvulos o cremas deben ser indicados por un profesional.
Ante síntomas persistentes o recurrentes, puede ser necesario un cultivo vaginal para identificar el microorganismo causante y ajustar el tratamiento.
El cumplimiento correcto del tratamiento y las medidas de higiene íntima contribuyen a una recuperación más rápida y segura.