El glaucoma es una enfermedad en la que una presión intraocular anormalmente elevada termina dañando el nervio óptico del ojo. Se trata de una de las principales causas de ceguera en personas mayores de 60 años, aunque puede ocurrir a cualquier edad. La pérdida de visión debida a esta enfermedad es irreversible, por lo que es de suma importancia detectarla y tratarla a tiempo.
El aumento de la presión intraocular ocurre cuando el humor acuoso, un líquido que normalmente fluye dentro y fuera del ojo, se acumula debido a un drenaje inadecuado. Esto puede terminar causando daño severo al nervio óptico, que hace que se desarrolle el glaucoma.
Causas y síntomas del glaucoma
Las causas no están del todo esclarecidas, pero existen varios factores de riesgo que pueden contribuir a su desarrollo. Entre ellos se incluyen:
- Presión intraocular elevada: la presión ocular alta es el factor de riesgo más significativo para el glaucoma.
- Edad: el riesgo aumenta con la edad, especialmente después de los 60 años.
- Antecedentes familiares: tener familiares con glaucoma incrementa las posibilidades de desarrollarlo.
- Miopía: las personas con miopía corren aproximadamente el doble de riesgo de desarrollar glaucoma que el resto de la población.
- Anatomía ocular: ciertas características físicas del ojo, como la delgadez de la córnea, también pueden contribuir al desarrollo del glaucoma.
- Grupo étnico: en concreto, las personas afroamericanas son más propensas a desarrollar la enfermedad, y su presentación es más precoz y agresiva.
En cuanto a sus síntomas, el glaucoma es conocido como el “ladrón silencioso de la vista” porque a menudo no presenta ninguno en sus etapas iniciales. Sin embargo, la pérdida gradual de la visión, que empieza afectando a la visión periférica (lateral) puede indicar la presencia de esta enfermedad.
Acudir enseguida a un oftalmólogo cuando se distinga esta pérdida de visión es clave, ya que el tratamiento temprano del glaucoma puede ayudar a preservar la visión.
Tratamiento del glaucoma
El tratamiento se centra en reducir la presión intraocular para frenar el daño al nervio óptico. Estos son algunos de los más comunes:
- Medicamentos: los colirios son el tratamiento inicial más común para el glaucoma. Estos ayudan a reducir la presión intraocular mediante la disminución de la producción de humor acuoso o mejorando su drenaje.
- Cirugía láser: la trabeculoplastia láser puede ayudar a mejorar el drenaje del humor acuoso, reduciendo la presión intraocular.
- Cirugía filtrante: en casos donde los medicamentos y la cirugía láser no son suficientes, se puede realizar una cirugía para crear una nueva vía de drenaje para el humor acuoso.
- Implantes de drenaje: son pequeños dispositivos que pueden ayudar a drenar el líquido ocular y reducir la presión intraocular.
En cualquier caso, el mejor tratamiento es su detección precoz. Por ello es recomendable que las personas en riesgo de desarrollarlo acudan periódicamente al oftalmólogo a medirse a la presión intraocular. Un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado pueden ser vitales para frenar la progresión de la pérdida irreversible de la vista.